Por Francesc Anglès


Se hace necesaria, casi ya urgente, una neo-universidad, o lo que es lo mismo, una gran academia alternativa a la oficialista, absolutamente libre e independiente, que devuelva el sentido común y la sensatez a la física, a la astronomía, a la cosmología y a tantas otras ciencias de todos los ámbitos que nos han sido usurpadas.  


También a la sanidad, sin duda, que como hemos podido comprobar tras dos años de régimen criminal del cóvid, ha tomado una deriva absolutamente destructiva. Y se veia venir. Las universidades a sueldo de los gobiernos, controlados a su vez por la mafia del Nuevo Orden Mundial y de sus oscuras empresas, adoctrinan a millones de jóvenes estudiantes, cada año, en la falsedad y la ignorancia religiosa de la secta. Manipulan el conocimiento ancestral y desvarían con los nuevos descubrimientos hasta llegar a un punto de grotesca fantasía fanática que bien se preocupan de vender en sus canales de televisión y entretenimiento al común de la despistada y confiada sociedad.


Sabemos, desde hace muchos siglos, que la historia, por ejemplo, la escriben los vencedores. Pero nunca ninguna universidad se ha mostrado mínimamente interesada en el fenómeno, evidente, y todavía perfectamente detectable, de la censura de estado. Ninguna facultad ha impulsado un departamento que investigue y denuncie esta barbaridad académica, como sería lo más lógico. Las universidades no quieren morder la mano del dueño que las alimenta. Sólo algunas pocas y tímidas aportaciones, en este sentido, desde el decolonialismo, exceptúan el vacío académico inmenso que hallamos en este terreno.


En el caso de las ciencias naturales, que no se quedan atrás, los abusos, las adulteraciones y el engaño están al orden del día y sobrepasan en mucho el ámbito de la teoría, para acabar impactando directamente en nuestra vida cotidiana y en nuestra salud física y mental. Hemos mencionado antes el loco régimen del cóvid como un ejemplo de psicosis social inducida por una maquinaria pseudo-científica terrorista y asesina, aniquiladora de vidas, pero también de derechos y de libertades.



Pero hay otros ejemplos, como la absurda obsesión implantada en nuestros cerebros, por los jesuitas y por su filial masona, en pro de una tierra esférica imposible, con increíbles océanos que se tuercen para poder seguir adheridos a la bola, con gravedades sin explicación, que una simple jerarquía de densidades resuelven con elegancia y sensatez, o con agencias espaciales  fraudulentas, perpetradoras de auténticos robos multimillonarios del erario público, por parte de los gobiernos de los Estados Unidos, de la URSS, y ahora Rusia, y de la pulcra e hipócrita Unión Europea. Con una física cuántica, en definitiva, incomprobable y absolutamente quimérica que nos arroja a velocidades de vértigo por un universo vacio, pero con espacio, como si eso fuera posible.


Al final, la mentira espacial nos cuesta miles de euros cada años a los contribuyentes, y junto con la desinformación y la falsedad de las universidades, que también se financian de nuestros bolsillos, acaban siendo sustanciosos y sucios negocios para las mafias sacerdotales que comandan la nave genocida del NOM directamente hacia el abismo de la auto-destrucción. Podemos detenerlos, nosotros, el pueblo, con información veraz y con sentido común, como hacen tantos intrépidos nuevos investigadores independientes. Es nuestra obligación hacerlo, la de todas las personas de buena voluntad que habitamos el planeta plano más bello que conocemos. No permitamos más que la panda de egoistas millonários del Nuevo Desorden Mundial nos robe el conocimiento.

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